martes, 15 de abril de 2014

Carlos Fos, 15 de abril de 2014

Carlos Fos 


http://www.aincrit.org/publicacion.php?id=31

A principios del año 1953, el intendente Jorge Sabaté resolvió encarar parte de las construcciones en el Plan de Obras Municipales del citado año, mediante la contratación de arquitectos particulares, sistema que en la época estaba contemplado en la Ley marco de Obras Públicas. El propio Sabaté preparó, (recordemos que el titular del Ejecutivo Municipal era arquitecto), dos nóminas de arquitectos basadas en antecedentes. Mario Roberto Alvarez y Macedonio Ruiz, finalmente seleccionados para el trabajo, integraban la primera de estas listas junto a reconocidos profesionales como Cazenave, Bianchetti, De Mattos, Villani, Sánchez Lagos y De la Torre, Sánchez Elía, Peralta Ramos y Agostini. En otro documento aparecían otros nombres destacados como los de Prebisch, Fourcade, Aisensón y Coire. Por razones técnicas y económicas, comenzaba a predominar la contratación de arquitectos independientes del ámbito estatal, por concurso de planos o de trayectoria. Con esta medida se lograba la atribución e inferencia del arquitecto en la totalidad de los problemas de la obra, desde su gestación hasta su habilitación, contando con los controles oficiales, que aseguraban transparencia en los actos. Se potenciaba, en obras de esta envergadura, la eficiencia y se reducía burocracia, con la evidente ganancia en tiempo y disminución de gastos

el proyecto y la dirección recayeron sobre los Arq. Mario Roberto Alvarez y Macedonio Oscar Ruiz y un grupo de arquitectos colaboradores entre ellos Leonardo Kopiloff, Domingo Raffo, Michel Nicolaeff y en escenotecnia los ingenieros Isaac Godbar, y Bernardo Duckelky- y en la acústica el ing. Federico Malvarez contándose con el concurso de la empresa constructora de Benito Roggio e hijos S.A. y Brave, Fontasa y Nicastro.

Al respecto de la elección de la empresa constructora explicitaba Alvarez en una nota periodística que otorgó algunos años después, “La Municipalidad invitó a doce firmas, de las cuales se presentaron todas menos dos, con propuestas bajo sobre cerrado y lacrado, en día y hora fijos, con depósito de garantía en el Banco Municipal. (…) Abiertas las propuestas, en acto público, con asistencia del escribano Municipal y del Director de Coordinación de la Municipalidad, señor Gómez, a más de funcionarios de la oficina de licitaciones, se labró acta con fecha 13 de marzo de 1954, que firmaron todos los presentes. Abiertos los sobres se comprobó que la firma Geopé estaba fuera de pliego y Petersen, Thiele y Cruz, fuera de sistema. Se informó que la más ventajosa era la propuesta de Corsar. Pocos días después, esta firma pidió reconsideración por su propuesta por existir un error en su presupuesto (…) No se hizo lugar al pedido. (…) De esta forma la obra fue adjudicada a dos firmas invitadas que se asociaron en esta oportunidad: Benito Roggio e hijos y Brave Fontana y Nicastro.”

El desarrollo de la obra estuvo planteado en cinco etapas, a cumplir, de acuerdo al compromiso de financiamiento comunal, en un período de tres años.


En la
primera etapa se trató de proveer para la temporada de 1953, a los diferentes artistas contratados por la temporada del viejo edificio de mejores condiciones de trabajo, por lo que se tomaron medidas de reformas parciales en el hall, la fachada, la sala y el escenario. Estas tareas, que demandaron algo más de tres meses y medio, no afectaron el normal funcionamiento de la sala.


La
segunda etapa consistió en la demolición de la antigua estructura que albergaba al San Martín, para poder ejecutar el proyecto de manera integral. En este período, que incluyó la excavación de los subsuelos, las submuraciones y contenciones, mediante importantes contrafuertes, de los edificios linderos, se intentaron aprovechar la mayor parte de los materiales adquiridos en la etapa anterior. Se practicaron estudios que verificaron la naturaleza del subsuelo y numerosas pruebas para evitar o limitar la propagación de ruidos y vibraciones hacia las construcciones vecinas.
 Seis empresas, seleccionadas por licitación participaron de esta labor que duró
ciento cinco días, destacándose la magnitud de las excavaciones, que con un volumen de 40.000 m3 de material removido y 17 metros de profundidad alcanzada, lo convertían en un edificio singular en el panorama de la construcción porteña de la época.


El 22 de junio de 1954 se inició la tercera etapa con el concurso, por licitación, de diez empresas que se ocuparon de ejecutar el cuerpo de oficinas, con su pequeña sala de proyecciones, las dos salas concebidas para actividades teatrales, el gran hall de exposiciones, los escenarios y talleres, la confitería, una vivienda para el mayordomo del edificio, la sala de máquinas y equipos etc. Durante este año, a pesar de las dificultades económicas evidenciadas en la Comuna, los principales diarios se hacían eco de la importancia de la obra. “Democracia” en su ejemplar del 18 de abril de 1954 decía, “Obra de singular importancia, por las significativas proyecciones que tendrá para la cultura del Pueblo, es la emprendida con la reconstrucción del Teatro Municipal General San Martín. Este teatro, que está siendo construido por la Comuna, será dotado de todas las comodidades que lo constituirán en uno de los más modernos de Sud América

Los trabajos se mantuvieron a ritmo sostenido, más allá de ciertos inconvenientes provocados por el alza de la inflación verificada en los últimos meses de la gestión justicialista.


Desde octubre de 1954 se produjeron demoras, e inclusive las obras estuvieron virtualmente paradas, aunque había voluntad política de continuarlas.


Pero el golpe de estado de septiembre de 1955 trastocó los planes originales y puso en peligro la concreción del complejo o – en el peor de los casos- el desvío de sus funciones primitivas. En noviembre de ese año se crea la denominada Comisión Asesora del TMGSM, que sólo se reúne esporádicamente y no toma ninguna decisión. Una sórdida polémica, que superaba el marco de la política cultural, estalló y cerca de los dos tercios del nuevo edificio concluido aguardaban una resolución.

Volvió cierta esperanza al reiniciarse las tareas a fines de 1955 y al licitarse parcialmente en 1956 su continuación. Se trataba de encarar la cuarta etapa de construcción, dedicada al equipamiento de material de consumo equipo de iluminación escénica y proyecciones cinematográficas, el amoblamiento, las decoraciones pertinentes y otros elementos relacionados.

Pero las dilaciones injustificadas continuaron. Otra medida burocrática se tomó en junio de 1956 constituyéndose otro organismo encargado del estudio de las obras en ejecución. Podría suponerse que esta disposición mejoró el estado de cosas, agilizando la toma de decisiones, pero ocurrió todo lo contrario.

la revista El hogar, en su editorial del 9 de marzo de 1956 hacía una engañosa comparación entre el complejo y el teatro Cervantes.
Esta nota, firmada por Rafael Esteban comenzaba con un diálogo imaginario, en el que se sentaba claramente su posición política frente a esta obra concebida por el peronismo. Bajo un subtítulo de “¿Qué es esto?” iniciaba una diatriba que antecedía a un reportaje real a Macedonio Ruiz, uno de los arquitectos responsables del proyecto de construcción del Teatro 

El diario La prensa anunciaba en septiembre de 1957 la venta del coloso en construcción a las Naciones Unidas.

Las dudas –que incluyeron la posibilidad de venta por parte del Municipio- se disiparon con la llegada del gobierno democrático encabezado por Arturo Frondizi. El intendente designado, Hernán Giralt, queda facultado por la Ordenanza Nº 15.292 para tomar las medidas necesarias tendientes a concluir las obras.

Fue decisión del Ejecutivo culminar las obras en un plazo no mayor de seis meses, aunque el cuerpo proyectado originalmente con salida a Sarmiento quedaba por el momento postergado. En esta quinta etapa fueron terminados los accesos y las playas de estacionamiento, utilizándose la mayor parte de productos nacionales y explotando sistemas industriales estandarizados, para aliviar costos.

Oficialmente se inauguró el 25/5/1960, en el marco del festejo del Sequiscentenario de la Revolución de Mayo. No obstante, muchos sectores de la obra no estaban terminados, y el apresuramiento estuvo motivado por el incendio ocurrido en el Teatro Nacional Cervantes [10/8/61];  Su escenario quedó inutilizado durante años y era imperioso dar ubicación al elenco de la Comedia Nacional. Este hecho explica la presencia continua de este elenco durante los primeros años de vida del nuevo edificio del Teatro Municipal San Martín.

La real inauguración se efectuó en 1961
, con el espectáculo “Más de un siglo de Teatro Argentino” [11/9/1961], dirigido por Osvaldo Bonet, espectáculo integral en el que demostraban los recursos escenotécnicos de la sala Martín Coronado. Desde entonces, las salas se poblaron de la magia del actuar.

 

140415 por teléfono

Lo único que tienen sobre la obra es “el libro que hicieron ellos creo que un poco para presionar”, (que no se terminó, programa del cuerpo D distinto que el TMGSM [y yo tengo duda con respecto a esquina también]), mutiló (archivo Sabaté en el Museo Evita), en la repartición de Cultura CEDOM (Centro de Documentación Municipal, como todo se tenía que aprobar, decretos en dictadura o disposiciones en gobierno peronista primero y Frondizi), el centro cultural SM reemplaza el cuerpo D, a partir de un juicio (solamente los subsuelos), centro cultural se inaugura en 1970, entidad totalmente independiente (nace dentro de la dictadura de Onganía, y en alguna época termina compitiendo con el teatro, dependiendo del mismo organismo Secretaría de Cultura) se expropia [ver si expropiación inicial agarró esquina], antes del comienzo del 55 Sabaté se va. Archivo General de la Nación, quizás en Archivo de la Provincia (periódicos digitalizados). 

 

140626

No hay registros de la inauguración del 25/5/60 porque el TMGSM no tenía biblioteca ni ninguna oficina al efecto.

En Sucesos Argentinos quizás aparezca algo, supone. 

Talleres en el cuerpo B, Roggio. El que laburó en esta obra fue el padre. Estuvo con una de las constructoras que estuvo ahí, 

El Plan de Sabaté (Ciudad de los Niños).

El San Martín fue el que le dio otro nivel a MRA, ya era importante pero es otra cosa. Lo entrevistó a Álvarez varios veces, la primera en los 80 ni quería hablar del SM, él prefería hablar de otras obras, del Rulero [?] [IBM?], y después yo le preguntaba pero me llevaba para donde quería, para eso era vivo no le sacabas lo que no quería. 

Tenía la idea de que las oficinas del TMGSM eran de Roggio (chequear). Confundido con respecto a historia de MRA y MRA-Ruiz. 









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